6.12.04
 
Dramaturgia de las pasiones humanas
El plató de televisión se divide en dos zonas separadas. La primera está constituida por una hilera de tresillos eclécticos. En uno de ellos está sentado un joven barbudo, inexpresivo y más feo que pegarle a un padre con un calcetín sudado, El Barbas. En la segunda zona, enfrentada a los tresillos, se halla Patricia, la presentadora del programa, de pie y sosteniendo unos tarjetones entre sus zarpas. A sus espaldas se sitúa un tumultuoso público compuesto por jovenzuelas y pollastres varios. Patricia da paso a Cristina, moza galleguiña más bien agradable con las puntas de su cabellera teñidas como palitos Mikado. Cristina se sienta en el sillón contiguo al del Barbas.

Patricia: Oye, Cristina, o sea que no sabes cómo es.
Cristina: No.
Patricia: Uy, qué curioso. ¿Te gustaría que fuera como el cantante de Estopa, por ejemplo?
Cristina: Hombre… Como él no, pero más o menos como él sí.
Patricia: Tú estás enamorada.
Cristina: Chí…
Patricia: ¿Sí?
Cristina: Chí…
Patricia: ¡Tengo que decirte una cosa! ¡Tengo que presentarte a Toni, lo tienes ahí sentado!
Cristina: (mostrando histriónica decepción) ¡AYY!
Patricia: ¿Tú cuando has entrado y has visto al de las barbas qué has pensado?
Cristina: Pfú, ¡pues yo qué ché!
Patricia: Has dicho, ay qué tío más guapo, me ha tocado sentarme al lado del guapo.
El Barbas: ‘tonces lo que guiero, y espero que tú también lo guieras es… ser tu novio.
Patricia: ¿Quieres?
Cristina: (sollozante pero firme) ¡No!
Patricia: ¡No quieres!
Coro griego: ¡¡JUA-JUA-JUA!!

(¿Para cuándo EL BARBAS el musical ?)

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