Lo pop, lo poppy
Bajo la etiqueta de "pop", apócope de "popular", se puede clasificar cualquier forma de cultura dirigida a las masas. Algo para el pueblo, así en general, como lo entienden los políticos, como la marabunta de extras de una peli de género peplum. Vulgar, al fin y al cabo, en el sentido original del término.

Más en plan listillo, lo "pop" sería la interpretación lúcida de las formas de cultura de masas; interpretación conseguida mediante una descontextualización respecto al fin original de dichas formas de cultura. Métase en este saco el "pop-art", la arqueología de lo vintage, la contracultura anticonsumista, etc.

Lo que se ha venido a denominar "rollo poppy" bien pudiera considerarse la reconversión de las interpretaciones de lo vulgar en algo vulgar. Estéticas basadas en planteamientos marginales acaban siendo adoptadas por la masa (en general, adopción instigada por poderosos agentes comerciales). Las interpretaciones de la cultura popular pierden su sentido original, ya sea porque son consumidas irreflexivamente sin pararse a pensar en su sentido o porque engendramos una nueva paradoja: la contracultura vende.
El hecho de que la contracultura venda es muestra de algo claro: no nos gusta nuestro sistema pero no hay huevos de cambiarlo. Nos acojona sobremanera dar cualquier paso en falso.

Y ya que estamos con el tema, un link interesante sobre pop-art. Compendio de viñetas originales en las que se basa la obra de Roy Lichtenstein.

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La página demuestra que las viñetas, aunque populacheras, eran objetivamente más bonitas que las telas de Lichtenstein, así como técnicamente mejores. ¿Nos hubiésemos dado cuenta de ello sin el encumbramiento de Lichtenstein? ¿Es ético en un artista semejante manera de fusilar otras obras pictóricas? ¿Los lienzos de los cuadros los iba a comprar él personalmente a la tienda o incluso se escaqueó de eso? Mar de dudas.
- posteado por Guille Martínez-Vela 1/4 @ 5:11 p. m.

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