2.2.06
 
Les Corts, Les Corts
Ayer, hacia eso de las dos y media de la madrugada, volvía a mi casa desde el despacho de Distorsió, sito en el Campus Nord de la UPC. El camino a pata más corto hasta mi casa bordea el hotel Princesa Sofía y sigue por la calle de la Maternidad, semiperímetro del Nou Camp. Toda esa zona adyacente al Princesa Sofía y el otro semiperímetro del Nou Camp es conocido como "la zona de las putas". Sí, por la noche allí hay putas a la espera de clientes montados en coche. No hay peligro para el transeúnte, uno pasa por la acera con la cabeza gacha y tan pancho, ni te increpan ni nada.

Justo a la entrada de la calle de la Maternidad, oigo que me reclaman. Hay un grupo de tres personas: una más o menos de buen ver, una fea y un niñato borracho. La de buen ver me llama en un correcto castellano, la fea sólo musita. Resulta que el niñato borracho, que viste polo Ralph Lauren, gorrita y collar housero, es un estudiante estadounidense que se ha perdido, ha pedido ayuda a las chicas y no sacan nada en claro. Va borracho pero es capaz de articular palabras, tiene un papel con la dirección de la residencia apuntada. Habla muy poco castellano, la de buen ver le pregunta si sabe hablar ruso, la respuesta es obvia. La fea botija musita. A la de buen ver le suena el código postal de la dirección, es el de la zona, pero no sabe ubicar la calle. Lo mismo me pasa a mí. Informo al jambo de que hablo inglés y le pregunto cómo ha llegado hasta allí. El tío no para de preguntar dónde está el estadio (desde allí el Nou Camp se ve perfectamente), que sabe que la residencia está cerca del estadio del Barça. Por lo visto el pavo había pillado un taxi y -deduzco- como el taxista no conocía con exactitud la calle, él le había indicado "serca del stádiou barsa", así que el taxista le debió de dejar en la zona de las putas. La de buen ver insiste en que el americano pille otro taxi que le deje exactamente en su calle, se ofrece a darle cinco euros (oh, las hay de buen corazón). Me sabe mal, el tío además parece ser de pasta; total, se me ocurre ir con el yankee chuzo hasta la parada de taxis de delante del Princesa Sofía, le cuento la historia a un taxista y le pido si puede buscar la dirección en el callejero. Me entero de dónde está, es muy cerca de mi casa, con razón la dirección me sonaba. Me pilla de camino, así que le digo al pavo que no se preocupe, que ya sé dónde tiene que ir y que le acompaño, hospitalidad barcelonesa.

De vuelta hacia la calle de la Maternidad veo que las chicas siguen en el mismo sitio y hay una nuevo personaje: un señor de unos cincuentaytantos años cuyo aspecto recuerda a una suma de Miguel Rellán (el hermano del Fary en "Menudo es mi padre") e Ignatius el de Paramount Comedy. El tipo va borrachísimo, balbucea y apenas se tiene en pie. Habla castellano y suplica que se quiere ir a casa. Es un borracho putero como el de los chistes. Lleva gafas pero sólo conserva una lente, posiblemente le deben haber partido la cara esa misma noche. La de buen ver dice que ha parado ya tres taxis para que le lleven pero ninguno acepta. Para un taxi Mercedes y el borracho se sienta detrás, no sabe ni a dónde va. El taxista, un tío de apenas 30 años, mazao, se cabrea y dice que no lleva a gente indispuesta, además el puto borracho no parece tener dinero. La de buen ver, en plan hermana de la caridad, le dice que no le puede dejar en la calle. El taxista se pone serio, se pone a hablar de la seriedad de su trabajo, que él es un trabajador, que "¿verdad que tú tampoco aceptas a clientes indispuestos?" le dice a ella que no le vuelva a hacer esto, y como el borracho parece ser insolvente le dice que se baje del coche. Antes de bajar el borracho le llama cabrón, mamón, etc. El taxista sale del coche en plan macarra para ahostiarle, pero el borracho ya se ha alejado corriendo. El taxista le repite a la de buen ver que "no se lo vuelva a hacer nunca, esto, porque ante estos casos no me importa pegarle una hostia al borracho o a quien haga falta". Supongo que el "quien haga falta" iba por mí. El taxista todo cabreado se mete en el coche y se larga. El borracho vuelve, insultando, pero para entonces ya estoy ahuecando el ala seguido del yankee.

El pavo va dando tumbos. A pesar de que le voy dando conversación en inglés (¡eh, que mi inglés no es malo!) el chaval me va respondiendo en su pésimo castellano. Le repito que sé inglés y que le estoy hablando en inglés hasta que se da cuenta plenamente. Me cuenta que es de un pueblo de Rhode Island y que no está acostumbrado a las grandes ciudades, que ha venido a Barcelona a estudiar castellano en el Don Quijote. Normal que vaya borracho en esos momentos, supongo. Le digo que sé que el estado de Rhode Island es el más pequeño de la Unión (que lo aprendí en aquella peli de Jim Carrey de los Farrelli). Le pregunto si se ha dado cuenta de que las chicas a las que ha pedido ayuda eran prostitutas. "Oh! Really?!", me responde el pavo.
Lo acompaño hasta el portal de su residencia y, para despedirme, le digo: "Man, you gotta remember just one thing from this night: you were lost and a prostitute and a nerd college student rescued you."


Pues eso, que yo soy de natural honesto y bonachón, pero me gustaría decirle al Sr. Clos y a la Sra. Tura que toda esta engorrosa buena acción altruista me da derecho a mear en la calle media dochena de veces y escupir flemas en la acera a mi antojo durante meses sin que la Guàrdia Urbana ni los Mossos puedan multarme por incívico. He dicho.

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